El lago Song Kol en Kirguistán

En agosto de 2018 fui a Kirguistán. Sí, hay un país que se llama así y que está al lado de China. De hecho, constituye uno de los países del Stan, es decir que termina en -Stan, como Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán, sus vecinos. Mi amigo Juan me dijo que iría allí y yo me sumé a la aventura. No sabría con qué me encontraría. Sólo sabía que fue un país que integró la ex Unión Soviética y que su gente era un mix entre rusos y asiáticos. El nombre del lugar no es sencillo de pronunciar y mi madre me dijo «Kirgui…, qué?, qué es eso». Cuando me preguntan cuáles son mis países o lugares preferidos, hoy en día Kirguistán integra esa lista por su lago Song Kol.

Era difícil llegar, ya que sólo se puede ir a caballo o caminando. Pero yo me tomé un Lada, los famosos autos de la era soviética, y llegué. Por su parte, Juan fue caminando y me dijo que no fue fácil por lo que después pensé que haber tomado la decisión de ir en un Lada, fue lo mejor, aunque varias veces dudé en que llegaría a destino, porque claro es, el Lada no está preparado para esos suelos de rocas, cascadas y rutas de tierra. Y dormí en un «yurt», que son casas nómades que están allí abiertas inclusive para turistas de junio a septiembre.

Las vistas eran impresionantes, la montaña, el lago y principalmente los caballos sueltos por toda la zona. La tranquilidad que ese lugar me generó sumado a cantidad de gente que conocí que estaba en la misma que nosotros. La comida era cocinada por los lugareños, sumado a la posibilidad de ver las estrellas fugaces en la noche, porque es un perfecto lugar ya que no está “contaminado” por otras luces. Pasamos una noche en la parte norte y otra noche en la parte sur. Para ir de un lado a otro, como no había vehículos, fuimos caminando tres horas y fue hermoso el paisaje y el silencio que ese lugar transmite.

No hay palabras que puedan describir ese lugar. Fue espectacular. Desde la posibilidad de hamacarse, descansar, compartir con los lugareños, tirar piedritas al lago durante el atardecer y ver esos caballos paseándose libremente.

Volvería una y otra vez, porque fue (por lejos) uno de los lugares más lindos que vi en mi vida.