Moscú, tanto te soñé…
Yo tenía un sueño y ese sueño se llamaba Rusia. El que me conoce sabe que siempre me interesó la historia de la Ex Unión Soviética, de la Guerra Fría y de la Segunda Guerra Mundial.
Para mí era un país lejano y no conocía mucha gente que lo hubiese visitado. Salvo mí tía que fue allí durante la década del ´90 y siempre contaba sus anécdotas de dicho viaje en las reuniones familiares.
Así que en 2012 no quise posponer más mi sueño y fui a este país de Europa cuyas temperaturas en invierno pueden alcanzar los -40 °C.
Fui de Londres a San Petersburgo en avión donde pasé tres días y luego en un tren nocturno, junto con mi amiga Ana, nos embarcamos rumbo a la capital Rusa: Moscú. El viaje fue divertido, llegando a nuestro destino por la mañana del día siguiente.
Ubicarse en la ciudad no fue una tarea fácil: poca gente habla inglés… De hecho en San Petersburgo, salir del aeropuerto nos llevó aproximadamente dos horas. Sin embargo, cuando tomamos un taxi para ir a la ciudad, ¡el taxista hablaba como cuatro idiomas y sabía perfectamente dónde estaba Argentina!
En Moscú nos alojamos cerca de la Plaza Roja. Hacía frió, así que llevé mis orejeras y mi gorro de lana para ir preparada a ver lo que tanto deseé, el Kremlin de Moscú. El Kremlin es el centro antiguo de la ciudad donde se encuentran templos, palacios e instituciones del Gobierno
Fui de día y de noche, no podía perderme la imagen más famosa de esta ciudad en sus dos facetas. Esta Plaza tiene mucha energía; ¡yo lo sentí desde el primer día que pisé su suelo!
Recuerdo que estaba cenando con mi amiga en una pizzería en el centro de la ciudad y escuché a unas personas hablar español, más precisamente “argentino” en la mesa de atrás. Así que inmediatamente entablé conversación con ellos. Eran dos argentinos que trabajaban en el consulado de Argentina en Moscú. Estaban contentos, pero a su vez había lago que creo que nos les gustaba mucho: el extremo frío que se registra en invierno. Contaban que cuando llegaron en enero (y se quedaban allí por 5 años), hizo -35 °C; que se les congelaban las pestañas y que era muy difícil salir a la calle, inclusive para caminar 100 metros era toda una aventura.
Los subtes de Moscú son realmente imponentes y cada estación tiene una arquitectura diferente. Vale la pena ir. Las escaleras mecánicas eran” infinitas”. Seguramente durante la época comunista todo lo que se construía era “majestuoso”, grade, imponente, una forma de demostrar el poder que tenía el gobierno sobre el pueblo.
Respecto a la comida, si vas a Rusia, el “strogonoff” de lomo de vaca o cerdo, acompañado con arroz o pasta, es el plato que no te puedes perder. ¡¡Riquísimo!!
Fui a iglesias, a sinagogas, caminé y caminé todo Moscú. Fui a su parte moderna, a su parte histórica y sin lugar a dudas cumplí mi sueño. Y era mejor de lo que la soñaba…