Intercambio estudiantil: mi Primer Gran Viaje

Les cuento cómo fue que me animé a ir descubriendo el mundo, es decir cuándo fue que empezó todo. A los 18 años y 3 meses y luego de haberse cumplido un mes de finalizada la escuela secundaria, comencé lo que di en llamar “Mi Primer Gran Viaje”. Cuando estaba en tercer año, un profesor, específicamente el de Educación Cívica, nos contó sobre su intercambio cultural a USA cuando él era joven. Aclaremos que en la década del ´70, esto de irse de viaje no era TAN fácil como ahora. Hoy en día en muchas escuelas se promueve, dentro de las posibilidades de cado uno, poder irse a hacer intercambios o viajes de estudio al exterior, específicamente a Europa, pero antes no era así. Lo máximo que viajé con mi escuela fue a Entre Ríos de campamento o a Bariloche de viaje de egresados.

Nunca antes había salido sóla del país así que mi familia y conocidos dudaban que podría “sobrevivir” un año sóla a 15 mil kilómetros de mi hogar.

Una compañera de mi curso se había ido a República Checa por tres meses cuando pasamos de 4to. a 5to. año. Así que con todo lo que me había contado, ya estaba preparada: ¡la próxima era yo! (este tipo de intercambio se puede hacer por 3 meses o 1 año, entre la edad de 15 y 18). En nuestro caso lo hicimos a través del Rotary Club. Por mi parte, prefería terminar la escuela secundaria y viajar sin presión de cursar y rendir materias en el exterior.

El intercambio consistía en vivir con una familia local e ir a la escuela. Paralelamente, antes o post intercambio, tu familia debe “devolver” lo que recibiste en el exterior, así que alguien se alojará en tu casa e irá a tu escuela o a otra de tu barrio. Lo único que tuve que pagar fue el pasaje aéreo y un seguro médico. Las familias deben hacerse cargo de las comidas. Por su parte el Rotary te da una mensualidad, que en el año 2005 era de 60 USD, además de invitarte a una cena semanal en el club. Los viajes que organizan por el país también están incluidos; vos sólo te pagas el transporte ida y vuelta hasta tu casa, el resto (comidas, alojamiento, excursiones) queda a cargo de ellos. Vale mencionar que cuando llega a tu casa un intercambista, tu familia debe hacerse cargo de proveerle las comidas.

Estaba nerviosa: a menos de 3 meses de partir, no sabía cuál sería mi hogar por el próximo año. Hasta que un día, la respuesta fue…Hungría. Básicamente tenía dos opciones: USA y Hungría. Estados Unidos me parecía “más accesible”, como que podría ir en otras oportunidades. ¡Mi sueño era ir a Europa, así que ya saben la respuesta.

Pregunta que todo el mundo me hace..»¿Hablas húngaro?”. En su momento hablaba “muy bien”, ahora lo olvidé, pero entiendo si me hablan y a veces me puedo defender…pero básico, muy básico (olvídense que conjugue los verbos, lo mío es un “indian style”)

Fue una experiencia muy gratificante. Viví en dos casas en un pueblo húngaro cerca de la frontera con Austria. Iba a la escuela: allí compartía el día a día con la familia y mínimo una vez al mes participaba de algún encuentro con la gente del Rotary local. Nos íbamos de viaje junto con los otros chicos de intercambio, mayoritariamente de USA, Australia, Brasil, México y Canadá, quienes vivían en otras ciudades de Hungría. También realizamos un “Eurotour” con otros chicos de intercambio de varias partes de Europa: fue un viaje divertidísimo. En mi grupo éramos todos de Latinoamérica; partimos de la ciudad de Liège, en Bélgica y recorrimos varios países del centro y este europeo.

Lo positivo es que desarrollas nuevas habilidades: te manejas por vos mismo y si tienes algún problema “estas más sólo” que en tu país, es decir no están tus papás atrás tuyo para socorrerte y eso te hace CRECER.

Así que ya sabes: si no te animas a irte sólo o sea tipo “mochilero”, el “intercambio” es una buena opción, porque vas a estar “cuidado” y compartiendo con otra gente. Creo que para una primera experiencia, es una super oportunidad.

Recomiendo también “Education First” (EF) que tienen intercambios a todo el mundo y para todas la edades!