3 días entre anacondas y delfines rosados en el amazonas peruano

En marzo de 2014, decidí emprender una gran aventura a la selva amazónica peruana. Fui con mi amiga Lore, con quien estábamos trabajando en Lima. Tomamos un avión desde dicha ciudad hasta Iquitos (Perú) que es la ciudad más grande a orillas del Río Amazonas. Se puede ir en avión o en barco, pero no por carretera.

Capaz los insumos o víveres resulten más caros debido a la lejanía de Iquitos con el resto de las ciudades. Un dato curioso: en la ciudad de Iquitos se encuentra la “Casa de Fierro”, construida durante la “fiebre del caucho” por Gustave Eiffel, el mismo creador de la Torre Eiffel.


Era época de lluvias pero tuvimos suerte y los tres días que allí estuvimos, fueron soleados. Luego de llegar a Iquitos, nos llevaron en una canoa hasta el “lodge” que era nuestro albergue para los próximos días. La “habitación” o cabaña, como mejor le quieran decir, no tenía luz pero sí baño, nos dieron unas linternas para alumbrar y unas botas para poder manejarnos dentro de la selva (por el barro, básicamente). Hay que considerar que es una zona de mosquitos, así que recomiendo llevar repelente. Hacía unos años me había dado la vacuna de la fiebre amarilla y si bien la sugieren tener para visitar esta zona, no es obligatoria.

Teníamos a nuestro guía, oriundo de la selva, así que nadie más que él conocía esta región. Pescamos pirañas, nos escabullimos entre pastizales y lianas y navegamos aguas de lagos creados por las lluvias. También fuimos a una reserva donde hay anacondas, loros, monos, en su hábitat natural y hasta tuvimos la oportunidad de sumergirnos en las aguas del Río Amazonas, río más caudaloso del mundo. ¿Sabían que se pueden ver delfines rosados? ¡Aunque no es fácil de verlos, tuvimos suerte y alguna foto pude sacarles!
En total fueron 3 días que pasamos en la selva, en los que una tarántula y una lagartija entraron en la habitación. ¡La comida de 10, y casera de la selva! ¡Y hasta había un bar donde tocaban la guitarra y algún que otro snack se podía comprar! ¡Ver el atardecer en el Río Amazonas es una experiencia recomendable!